El cómico José Corbacho presenta este sábado a las 20.00 horas en el teatro Colón su espectáculo Comedy Zoo, una función de monólogos y humor con Santi Millán y Javi Sancho.

-Conoce a Santi Millán desde hace bastantes años.

-Coincidimos por primera vez hace casi 25 años en la compañía La Cubana. La abandonamos los dos en el 2000, entramos juntos en la productora El Terrat, estuvimos trabajando en televisión junto a Andreu Buenafuente y hemos ido coincidiendo en muchas cosas.

-¿Por qué introducir una tercera pata, Javi Sancho?

-Javi Sancho acompañó a Santi en su espectáculo Santi Millán Life. Creo que enriquece el formato, pues cada uno tiene un color. El tres es un buen número para la comedia.

-¿Cuál es el rol de cada uno?

-Uno muy personal. Me gusta reírme de ellos dos porque han entrado en el mundo del deporte, un virus que cada vez afecta a más gente. En la gira se van con sus bicis a las ocho de la mañana mientras yo me quedo con mi albornoz en el hotel, disfrutando del buffet libre? Yo probablemente tenga un poco más de rol de vividor. Javi Sancho, que es probablemente el menos conocido de los tres, y se ríe de su anonimato y de no ser nadie. Pero tiene un potencial cómico que sorprende a mucha gente, todo el mundo acaba diciendo al salir del teatro: "El mejor es el chaval este" (ríe). Santi tiene un rol de sex symbol, totalmente inmerecido, que se dedica a desmentir en el espectáculo.

-¿En qué se parece y en qué difiere su humor del de Millán?

-Admito ser más inconsciente, a mí a veces me traiciona el filtro y suelto lo que se me pasa por la cabeza. La probabilidad de meter la pata y decir una inconveniencia aumenta bastante. Pero eso no quiero renunciar a la frescura y rapidez que te da eso. Santi probablemente piense más las cosas y las reflexiones. Tenemos en común que venimos de la calle y no hemos perdido eso de reírte con tus colegas, nos movemos cómodamente en intentar empatizar de primeras con la gente.

-¿Cuándo superó el miedo a reírse de sí mismo en público?

-No lo he superado (ríe). Hacía obras de teatro con siete años, y antes de salir a escena tenía un cosquilleo y nervios que sigo teniendo ahora. Pero cuando sales al escenario no quieres estar en otro sitio. Es tu lugar, en el que te sientes a gusto aunque sea explicando tus miserias. En cuanto a hacer humor hablando de mis penas, la vida es así, y el humor no deja de ser una parte muy importante de la vida. Este oficio es algo muy vital, y muy vocacional, y por eso decides reírte de ti sin importar las consecuencias.

-En Comedy Zoo

-Al principio hacemos una especie de estilo libre, en el que nos gusta repartir las cartas y decir: "Bienvenidos". Nos gusta la sensación de que está pasando en ese momento y al día siguiente no tiene por qué pasar. Es muy bueno para no mecanizar algo que tiene que ser tan vivo como el teatro. A los tres nos gusta mucho contar con la gente, y convertir el monólogo en diálogo.

-En su segunda película, Cobardes

-No trabajo tanto desde esa pretensión sino que pensamos si podemos hacer una buena historia, y luego contextualizarla en algo más grande. Juan Cruz y yo hicimos Tapas, mi primera película, pues era una historia que nos había acompañado desde hacía muchos años, de gente con la que nos podíamos cruzar por nuestro barrio. Luego llegó Cobardes. Los dos éramos padres, nuestros hijos iban al colegio? Estas navidades estrenamos nuestra tercera película, Incidencias, sobre un tren que se queda parado y entre cuyos pasajeros afloran miedos y paranoias. Estos días pensamos que ha acabado siendo más actual de lo que querríamos que fuera.