Comunidad Valenciana

Casas fabricadas con la paja del arroz: la última propuesta para acabar con la 'peste' del campo

SOCIEDAD

Proyecto medioambiental y de reinserción
Campos valencianos tras la quema de la paja de arroz. JOSÉ CUÉLLAR

Un pensionista propone recuperar el transporte fluvial en l'Albufera para sacar la conflictiva paja de arroz de los campos tras las cosechas y destinarla a la construcción de viviendas que podrían alcanzar las tres alturas

Con la paja del arroz se ha probado a hacer de todo: plásticos, cosméticos, muebles, abono, fitosanitarios, combustibles, fallas... y más. Y, a veces, hasta no se ha hecho nada de nada: ha fermentado en los campos, las aguas se han vuelto negras, el pescado se ha quedado tieso en la orilla y el agricultor y el pescador han tenido que quitarse la nariz y guardarla en el bolsillo para poder seguir realizando sus labores justo en mitad de una cloaca.

Cada otoño, cuando termina la cosecha, 14.000 hectáreas de arrozales se llenan de residuos que si se fanguean acaban empeorando la calidad de las aguas y provocando problemas de productividad; si se queman, las poblaciones del entorno de l'Albufera amanecen enfermas de humo y carrasperas y algunos afectados susceptibles maldicen a los agricultores entre estornudo y estornudo.

Pablo Quintana se define como "un ciudadano y pensionista por discapacidad", aunque si se prueba el traje de "activista social", como algunos lo identifican, también le sienta bien: "Me gustan los dos". Durante más de 20 años fue tramoyista y aprendió a construir, montar y mover decorados enormes en poco más de un cuarto de hora. Hace una década, fue invitado por el arquitecto Ricardo Higueras para diseñar el interior del Pabellón de Iniciativas Ciudadanas para la Expo que se celebró en Zaragoza. Hasta el momento, es el mayor edificio del mundo levantado con estos materiales. Tras la experiencia, se ha encargado de difundir con convencimiento las ventajas de la construcción con paja y los usos sostenibles de la caña.

En 2011, cuando la localidad murciana de Lorca sufrió un terremoto de 5,1 grados y sus efectos se sintieron en toda la Región de Murcia -9 personas murieron-, lo vio clarísimo. Tenía en su cabeza una idea compatible con "el derecho de todos a una vivienda digna, sana, segura y económica".

Aunque Quintana reside en una furgoneta y establece su domicilio donde le apetece, ya ha sacado números de cuánto material se necesitaría para levantar una vivienda y qué otros posibles usos se le podrían dar a estas construcciones: "Con las 75.000 toneladas de la paja de l'Albufera que ya el año pasado se certificó como totalmente apta para construcción, se podrían hacer 7.500 casas de paja de tres pisos de altura de 10.000 kilos cada una. Cuando se cubren nadie sabe que el muro es de paja maciza. Es el árbol que no te deja ver el bosque en su máxima expresión".

Sobre plano, para una casa de 40 metros cuadrados y una altura, Quintana explica que se necesitarían "150 balas de paja, a un euro la paca". Las escasas precipitaciones del año pasado, sin embargo, han provocado el aumento de precios de la paja destinada al forraje de ganado: 25.000 de los 37.000 kilos vendidos. Está previsto que la demanda de ganaderos de Albacete se mantenga si en los meses de octubre y noviembre siguen cayendo cuatro gotas. Además de las construcciones, propone recuperar las vías de transporte fluvial para llevar las balas de paja de un sitio a otro y así revitalizar el entorno y recuperar costumbres antiguas.

"Primero, se haría en barcas de vela latina y luego en las de percha. Desde el puerto del Tremolar, en Alfafar, se podría conseguir llegar a Valencia en bicicleta. Cada una trasladaría la paja en fardos de 14 kilos por los carriles bici que llegan a l'Albufera hacia Pinedo y el Saler. El transporte ecológico en barca y en bicicletas no es sólo una imagen bucólica: no habría emisiones".

El aprovechamiento de la paja de arroz también en este ámbito sería muy beneficioso para los agricultores que van quedando, que podrían obtener valor añadido de un producto que, por el momento, solo les provoca gastos y tensiones constantes con las administraciones. Por otro lado, se reduciría de forma notable la quema de los restos del cultivo.

En su periplo para dar a conocer este proyecto, Pablo Quintana ya ha logrado el compromiso del Comité de Entidades Representantas de Personas con Discapacidad de la Comunidad Valenciana (CERMI CV), la Confederació d'Associacions de Veïns i Consumidors, Ecologistas en Acció, la Asociación Alanna, colectivos ciclistas, AVA ASAJA...

La puesta de largo está prevista con la construcción de un aula escolar con fardos de paja de l'Albufera recubiertos de barro y cal, de planta redonda, con una medida mínima de 6 metros de diámetro, y un piso de altura. Una obra en la que quiere implicar "a aquellos mas necesitados y los que tienen mas dificultades en su inclusión social: las mujeres y en especial, las víctimas de violencia, jóvenes en busca de su primer empleo y mayores de 55 años sin trabajo,personas mayores con o sin dependencia, niños, discapacitados físicos, psicosociales, cognitivos y sensoriales, gitanos e inmigrantes".