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La moto y el cine: mucho "arte" en común  


Publicado el 24/06/15

Fotograma del filme 'Diario de motocicleta' (2004), de Walter Salles

Las motos y el cine son dos mundos aparentemente diferentes, pero con un denominador común: la capacidad de hacernos conectar con nuestro “yo" más auténtico, eliminar barreras y permitirnos vibrar con la experiencia.

Para los amantes de ambas pasiones, la sensación de tener acceso a un universo extraordinario al otro lado de la pantalla es comparable con la emoción de vivir la moto como una extensión de nuestro cuerpo. Experiencias que nos alejan por un rato de la rutina y nos acercan a un mundo mejor, donde todo es posible y ser feliz es la única aspiración.
 

Lo que sucede en el cine es en gran medida reflejo de la realidad, bien se trate de historias ambientadas en un contexto actual o pasado. Cuando la moto forma parte del reparto y dependiendo de cómo encaje en el argumento, a veces se construye el personaje en torno a ella, o al revés. 

En cualquier caso, resulta interesante analizar el papel de la moto en el cine cuando su presencia está justificada en el guion, claro, y ocupa un lugar destacado en la trama de la película. Todos recordamos alguna de esas escenas en la que las dos ruedas fueron parte esencial del relato.

 

Arquetipos moteros para la gran pantalla

La historia del cine cuenta con largometrajes míticos, en los que el rol protagonista de la moto está perfectamente definido y responde a arquetipos sociales claros. Recordamos algunos de ellos, fácilmente identificables. 

 * La moto como acompañante inseparable de delincuentes y personajes fuera de la ley. Un estereotipo típico asociado a la moto, que en muchos casos no se corresponde con la realidad. Encajan con este perfil películas como “Calles de fuego” (1984), de Walter Hill, o “Black rain” (1989), de Ridley Scott. 

* La moto como símbolo de independencia y libertad. Es la imagen más positiva de la moto, su versión más desenfadada y próxima a la realidad. Buenos ejemplos son “Vacaciones en Roma” (1953), de William Wyler; “La Máscara” (1985), de Peter Bogdanovich, o “Diario de motocicleta” (2004), de Walter Salles. 

* La moto como prolongación del personaje rebelde y solitario, que vive fuera del sistema con total libertad y ajeno a cualquier clase de violencia. Dentro de esta tipología están “Easy ryder” o “Buscando mi destino” (1969), de Dennis Hopper, o “Dos duros sobre ruedas” (1991), de Simon Wincey. 

* La moto como parte de un decorado apocalíptico, con símbolos que recuerdan al salvaje oeste y donde solo sobrevive el más rápido o el más fuerte. Un buen ejemplo es “Mad Max, salvajes de autopista” (1979), de George Miller, que muestra todo un despliegue de poderío motero y acrobacias sobre ruedas. 

* La moto como complemento perfecto del chico guapo y conquistador. Un rol quizá más secundario, pero con entidad argumental. “Misión imposible II” (2000), de John Woo, y “Torque: rodando al límite” (2004), de Joseph Kahn, encajan en esta descripción.

 

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